Especialista en contenidos para medios de comunicación e internet.
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Todo empezó un día…
En 1985, a la vez que comencé la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Univ. Nal. Autónoma de México, Televisa convocó a un concurso nacional de escritores de telenovela. La empresa esperaba atraer a las grandes plumas de nuestro panorama literario, y animarlas mediante un cuantioso premio y la promesa de producir sus obras, a engrandecer el género. No fueron ellas –Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, y los demás–, sin embargo, los que mandaron sus textos al Departamento de Supervisión Literaria, sino cientos de tele-espectadores anónimos, que sin prejuicios de ningún tipo soñaron con hacer llegar sus propias historias, por medio de la pantalla chica, al resto del país.
A los 19 años uno se apunta a todo, y yo ciertamente lo hice. Mandé una historia y sus primeros capítulos. Y para sorpresa mía, quedé finalista. No produjeron mi obra, ni me concedieron ningún premio en metálico, pero sí me invitaron –junto con los demás finalistas– a estudiar dramaturgia de la telenovela en Televisa, bajo la guía de grandes plumas del género: Fernanda Villeli, Carlos Olmos, Carlos Téllez, Luis Reyes de la Maza, etc., en sendos cursos que por sus características no han tenido parangón. Estos cursos coincidieron temporalmente (1986-1987) con los que yo estaba tomando en la universidad sobre literatura popular española en el Medioevo, el Renacimiento y el Virreinato, bajo la guía de los Dres. Aurelio González Pérez, Eugenia Revueltas Acevedo, María Dolores Bravo Arriaga, et al. La coincidencia temporal me permitió apreciar las obras populares contemporáneas bajo parámetros de juicio impensados tanto en el mundo de los medios de comunicación, como en el de los estudios literarios.
Abocada después a desarrollar la investigación requerida para mis tesis de grado, maestría y doctorado, pude comprender cuál era el sentido de estas obras, su función social, su particular estética, su real valor literario, social, …e incluso político y empresarial. También comprendí que lo popular, como tantos otros fenómenos, ha sido erróneamente postpuesto –más por prejuicios que por razones emanadas del estudio científico de las obras– por quienes modelan con su autoridad, lo que valora nuestra cultura urbana racionalista contemporánea.
De entonces (1985) para acá (2011), han transcurrido más de 25 años de estudio y búsqueda continua: Toda una vida, durante la cual acuñé conceptos por los que fui incomprendida originalmente (como el de «contenidos» que pueden ser difundidos por distintos medios o «contenedores», sin por ello dejar de ser perfectamente reconocibles), y que eventualmente se han vuelto de uso común.
Como ustedes apreciarán al leer los artículos que iremos subiendo en esta página, el tema de la literatura popular y los medios de comunicación no sólo es apasionante, sino que es crucial para la buena marcha de la sociedad –exigía un estudio serio, ético, …y neutral con respecto de las agendas que presionan sobre los contenidos de los medios, del mundo empresarial e intelectual–.
Y yo me aboqué a ello, aunque no fuera sino porque nadie más estaba dispuesto a emprenderlo de esta forma, sin el sesgo que conlleva muchas veces el apoyo de determinadas instituciones o empresas, o el aplauso del mundo intelectual–. Ahora, gracias a este portal, también ustedes podrán unirse a mi aventura. Y todos juntos podremos luchar para que la literatura popular que llega a nosotros por los medios de comunicación, recupere el esplendor de sus épocas doradas:
En verdad, los «medios» han perdido credibilidad y ventas por oponerse a criterios innatos al ser humano, y que de hecho posibilitan el placer estético. Pero si esto cambia…,
¡pronto tendremos medios mejores y más rentables
–medios mejores que ganen más–!
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