Tengo ya 24-25 años haciendo investigación sobre literatura popular y medios de comunicación –desde que en 1986 empecé a escribir profesionalmente para un programa cómico de televisión, a la vez que cursaba el segundo año de la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la universidad–.
Ahora sé que aquello que el lector –el receptor–, percibe como ofensivo –lo que le molesta, lo que lo agrede–, no se vende bien…,
* …salvo que no le des otra cosa y se lo impongas como «dieta única», a un alto costo para quienes hacen esto (de alcance, de perduración, de credibilidad, y también por ende financiero); o
* …salvo que ates los contenidos molestos, a un patrón de consumo adictivo –como los que son habituales a las pornografías de sexo o de violencia, y que por ser adictivos actúan directamente en contra de la libertad de la persona, además de redundar en detrimento del tejido social (lo cual se ha demostrado también en múltiples estudios)–,
Ambas estrategias queman al medio y a los creadores que recurren a ellas, porque la sociedad es un cuerpo vivo que tiende a la sobrevivencia, y que espontánea e intuitivamente reacciona contra aquello que ella experimenta que le hace daño:
A lo largo de las últimas décadas, y conforme el público ha ido «acusando recibo» del incremento de contenidos que le resultan incómodos, se ha ido reduciendo el consumo de cada medio mayoritario. Se ha intentado esconder esto mediante la falsificación de cifras de ventas (lo que ha llevado a los anunciantes y a las autoridades a fundar instituciones que las auditen y certifiquen), o acusando a los nuevos medios de despojar a los viejos de su público. Ahora bien, la caída de ventas –o los declives en las tendencias generales de consumo, para ser más precisos–, se inició años antes de que surgiera el «sucesor» tecnológico de cada medio (radio > cine > televisión > videocassette > internet…).
No es que la gente quiera «censurar» a los medios, sino que no suele regresar a * la librería, * kiosko (puesto de periódicos), * teatro, * estación de radio, * canal de televisión, * cine, * página de internet, * revista, *colección, * autor, * cantante, * actor, * etc…, con el que se sintió incómodo, a disgusto, incomprendido, ridiculizado, engañado, o incluso violentado.
A esto se puede oponer el que la industria del espectáculo y la cultura, aporta hoy una parte importante del producto interno bruto (PIB) en muchas naciones –es decir: que mueve mucho dinero–. Pero esto se debe más:
a) al incremento y proliferación de producciones independientes (que rara vez recuperan lo invertido en ellas),
b) al incremento de publicidad pagada (y del precio que los anunciantes pagan por insertarla), y
c) al incremento de los precios de venta al público (del de taquilla, por ejemplo),
…que a las ganancias logradas –cada vez más exiguas en la mayoría de los medios, toda vez que más del 95 % de las obras producidas no alcanzan a recuperar ni siquiera sus costos de producción (esta cifra corresponde a la industria del cine, en Estados Unidos)–.
La investigación académica ha podido comprobar que el lector, el receptor, quiere encontrar, tanto en las noticias sobre la realidad, como en los mundos de ficción, la confirmación de que sus valores, ideas y creencias valen la pena, y son útiles para la vida. Investigadores tan renombrados y exhaustivos como Zillmann y Bryant, han concluido que simplemente no podemos experimentar placer, cuando este patrón es invertido o contestado.
Ésta es, de hecho, la causa-raíz de la profunda pérdida de credibilidad y de la pronunciada crisis financiera que afecta a la mayor parte de los medios generalistas alrededor del mundo, mucho más que el surgimiento y proliferación de internet (la world wide web nació oficialmente en 1993, cuando las audiencias televisivas y de cine llevaban años y décadas, respectivamente, cayendo).
Ya no hay duda, por lo mismo, de qué es lo que se vende bien en los medios. La pregunta que hoy debemos de hacernos, es otra: Por qué los medios (radio, cine, televisión, revistas ilustradas, la industria de la música, etc.) parecen empeñados en suicidarse social y financieramente, difundiendo contenidos tan distintos a los que el público quiere ver.
O, ¿a qué estamos esperando, si no, para producir contenidos que reflejen más fielmente –y que promuevan claramente– los valores, ideas y creencias de nuestros públicos mayoritarios, en lugar de contestarlos sistemáticamente?
Publicado por primera vez en http://www.suite101.net/profile.cfm/mariadelapaz-esp , el día 30 de agosto de 2010.
Fuente de la ilustración: Banco de imágenes DreamsTime.com