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Por Blanca de Lizaur, PhD, MA, BA, Especialista en contenidos.

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Todo lo que SIEMPRE QUISISTE SABER SOBRE TU VOZ…, pero nadie te supo contestar

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Dedicatoria cordial a Claudio Lenk (q.e.p.d.),

Roxana Coll, Ignacio Cobeta, Víctor Osma y Concha Doñaque

– I –

La voz goza de un poder casi mágico, para atraer o alejar a las personas. Y en la cultura indígena –en una cultura oral y rural–, la voz es la persona, y refleja su alma, su esencia, su yo. Benjamín Disraeli decía: “Nada revela tan fiablemente el carácter de una persona, como su voz”.

Para quienes vivimos de la voz (maestros, actores, cantantes, vendedores, terapeutas, oradores, políticos, merolicos, recepcionistas, y muchos más), la voz es también todo. Necesitamos entrenarla, modelarla, y ejercitarla, so pena –si no lo hacemos– de dañarla o perderla irremisiblemente (nódulos, pólipos, edema, afonía, disfonía, etc.).

Pero, ¡qué difícil es encontrar un maestro hábil y eficiente! ¡Cuántos hay que ni siquiera tienen el oído lo bastante entrenado, como para darse cuenta de si estamos produciendo una voz natural (nuestra mejor voz posible, con respecto de nuestro cuerpo, edad y cultura), o no!

Mas, ¿qué es la voz?, ¿cómo se produce?

En el cuello tenemos la laringe, que es como un cofre pequeño de cartílago y hueso, en cuyo interior se encuentran las cuerdas vocales (OJO: vocales, NO bucales, como luego dice la gente).  Éstas, no son 2 cuerdas como nos las imaginamos, sino 2 pliegues (dobleces) musculares, casi gelatinosos, que se juntan cuando queremos, cerrando así el paso al aire que viene de los pulmones, que entonces las golpea y pone a vibrar.

O dicho de otra forma: los pliegues suenan como cualquier cuerda u objeto que pulsamos hasta hacerlo vibrar; y el aire que pasa por ahí arrastra el sonido de esa vibración hacia afuera de nuestro cuerpo, para que lo modelemos y produzcamos con él los sonidos que representamos con las letras del alfabeto.

Según la persona y la ocasión, las cuerdas se juntan entre 3 y 10 veces por segundo. Los varones las tienen más largas, por lo que el aire las junta menos veces por segundo al salir, y por eso suelen tener una voz más grave. Las mujeres solemos tenerlas más cortas, por lo que al salir el aire las juntamos muchas más veces por segundo; y por eso acostumbramos hablar más agudo.

Ahora bien, cuando silbamos  también producimos sonido, porque estamos empujando mucho aire, con mucha fuerza, por un agujerito pequeño. Y no suena igual el silbido que sale de un tubo largo, que el que sale de uno cortito (una flauta y un trombón suenan muy diferente…). Esto es así porque cualquier cambio de forma del canal por el que sale el aire (cualquier obstáculo, estrechamiento o ensanchamiento, alargamiento o acortamiento, etc.), también cambia el sonido que producimos.

Esto implica que también la forma de nuestro cuerpo, da forma a nuestra voz –la marca, la hace diferente–. Y a mayor peso, mayor voz –más potente–  [lo cual hace absurdo que se discrimine por su volumen, a gente tan buena y con una voz tan fantástica como la de este joven:  Vídeo ].

De ahí también que, aunque un par de gemelos sea separado al nacer, ambos tenderán a desarrollar voces parecidas (porque la forma de nuestro cuerpo es, en gran medida, resultado de nuestra herencia genética).

Y por eso también sucede que, cuando un cantante de ópera baja de peso, pierde voz (hay menos masa vibrando cuando canta, y menos aire, también, para producir su voz).

Ahora bien, el sonido que las cuerdas producen, es poquito, como poquito es el sonido que produciría una cuerda de piano o de guitarra, si la sacáramos de la caja en la que está pegada y resuena.

Esto es: Para que la voz se haga grande, para que alcance suficiente volumen, tenemos que hacerla vibrar junto a una “caja de resonancia” que le dé fuerza y textura (que haga de micrófono y de ecualizador). El tamaño de la “caja de resonancia” le da volumen a la voz. Y la textura de sus paredes cambia la textura de la voz: Mientras más lisas sean por dentro las paredes de la “caja”, más brillante será nuestra voz –como ocurre cuando cantamos en un auditorio o salón de actos–.

Además de la propia laringe, nuestra principal “caja de resonancia”, lógicamente, es la del tórax (¿cuánto hueco hay en los pulmones…?). Mas nuestro cuerpo tiene muchas otras, y cada cavidad o hueco hace resonar la voz de manera peculiar. Aprender a “dirigir” la voz, de hecho, tiene mucho de aprender a ver hacia qué cavidad queremos empujarla, y con exactamente cuánta presión (de aire). En la cabeza, por ejemplo, tenemos una gran cantidad de oquedades (huecos): la cavidad nasal, los senos frontales, etc. Y en el cuerpo también tenemos huesos que cambian el sonido de nuestra voz, cuando los hacemos vibrar (por eso hay actores que dicen que hablan con la cadera o con el esternón, por ejemplo). Para nosotros es difícil imitar a los eslavos que vienen a nuestro país, porque ellos empujan la voz hacia la coronilla antes de sacarla del cuerpo, mientras que los mexicanos en general la sacamos “a ras de garganta”, y los chilenos casi la “silban” echándola por el paladar hacia la nariz (aprovechando los resonadores frontales y nasales).

Por otra parte, los órganos que utilizamos para absorber, retener, graduar y dirigir el aire, también influyen directamente en la voz que producimos. Ahora bien, ¿nos referimos a los pulmones nada más? No… Pero tampoco es cierto eso que se dice de que “los ventrílocuos y los políticos hablan con el estómago…” (¡qué culpa tendrá el estómago…!).

En realidad, los profesionales de la voz controlan la salida del aire desde el vientre –no desde el estómago, sino desde el abdomen–. Ellos entrenan sus músculos abdominales por dos razones: Para así permitirse expandir el diafragma mucho más allá de donde llega normalmente, ya que esto les da reservas de aire suficientes como para producir notas largas, sonidos difíciles, o párrafos complicados. Y también porque necesitan poder controlar todo ese aire a voluntad, graduándolo de mil maneras diversas.

En lo que se refiere a la voz, “entrenar el abdomen” no consiste en “meter siempre la panza”, ni tampoco en “dejarla siempre fuera”, sino en tonificar esos músculos (las distintas capas de ellos), de forma tal que podamos distenderlos y contraerlos a voluntad. Igualmente, los profesionales de la voz se entrenan para aprender a respirar, pues es importante llenar la totalidad de los pulmones, y no solamente el tercio superior; y para aprender además a distinguir cuándo deben hacerlo.

Cuando nos entrenamos para producir la voz siempre con la misma calidad, decimos que la estamos “colocando”. Cuando además aprovechamos para hacerla resonar en las distintas cavidades de la cabeza y del cuerpo, para aumentar su volumen y brillantez sin aumentar el esfuerzo físico que nos permite producirla, entonces la estamos “impostando”. Y cuando controlamos el aire desde el abdomen, decimos que, ahora sí, nuestra voz está bien “apoyada”. Hay cantantes populares, sin embargo, que no quieren sonar parecido a un cantante de conservatorio, y que a propósito deciden controlar el aire y las texturas de la voz con los propios músculos de la laringe, concentrando gran esfuerzo y tensión emocional en ese punto. A esto se le llama “belting” (“acinturonar la voz”),y es físicamente agotador, emocionalmente desgastante, y extremadamente peligroso para nuestras cuerdas.

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– II –

            Aprender a usar nuestra voz, es como aprender a tocar un instrumento musical, sumamente complejo y difícil. Y con una dificultad añadida: que el instrumento está en nuestro interior, por lo que el maestro no puede decirnos “tapa este ahujerito”, u “oprime aquí esta cuerda” –nuestro “aparato fonador”, no sólo es un “instrumento de cuerda”, sino también uno de “aliento”, y combina características de ambos, pues pulsa las “cuerdas” con aire, y luego lo modela–.

Para aprender “a tocar” este “instrumento”, tenemos que aprender a mover músculos y ligamentos que ni siquiera sabemos que existen, y que nunca hemos “sentido” (de los que no tenemos memoria “propioceptiva”, por las sensaciones que puede producir en nuestro cuerpo). Y cada uno de esos movimientos produce una sensación distinta, que el maestro no puede reproducir en nosotros a voluntad.

¿Cómo, entonces, hacer para aprender lo que no sabemos? El maestro no dispone –para enseñarnos– más que de su oído, su criterio, y su ejemplo (su voz). Y nosotros no tenemos sino nuestro oído, para darnos cuenta de si estamos haciendo bien lo que nos pidió, o no. ¡Y es sumamente frustrante que le digan a uno “haz que suene así”, cuando uno no tiene ni la más remota idea de cómo lograrlo! Esto es lo que nos hace tan difícil el llegar a dominar nuestra propia voz. Y sin embargo, cuando aprendemos a “apoyar” la voz (a controlar su salida desde el abdomen), y a “resonarla” en la cabeza o en el pecho, ¡cuánto más volumen, y cuánto menos cansancio!

            Enfrentémoslo: Si la voz se nos cansa después de dos horas de hablar, es que la estamos usando mal.Pero, ¿cómo corregirnos?, ¿dónde podemos aprender sobre estas cosas? Puede ser un buen principio el leer un par de libros especializados, y practicar prudentemente los ejercicios que listan. Les recomendamos:

  1. Los manuales de Patsy Rodenburg (principalmente The right to speak y The actor speaks: Voice for the perfomer), así como…
  2. el libro de Cristián Caballero, editado por Claudio Lenk: <Cómo educar la voz cantada y hablada, de Edamex –fácil de conseguir, escrito y pensado para quienes hablamos nuestro idioma, y no muy caro–.

Sobre la higiene de la voz, es posible bajar gratis de internet: A guide to Vocology, del National Center for Voice and Speech de Estados Unidos.

Mientras tanto, para cuidar de nuestras cuerdas vocales (y de nuestra voz), vale la pena recordar algunas cosas:

1) Toda tensión innecesaria en el cuerpo (sea emocional o postural) afecta gravemente nuestra voz. Éste es el origen, por ejemplo, de las famosas “voces de sapo” –personas con poquita voz, cortada, tensa hasta casi reventar, y generalmente más aguda de lo que cabría esperar, hasta el punto de que incluso puede “dolernos” el oírlas–. Burlarse de ellas no resuelve el problema, pues al lastimar a estas personas, nada más estamos aumentando la ansiedad que las oprime y que les genera esa voz.

Si queremos realmente ayudarlas, necesitamos resolver la tensión que las atenaza y desgasta. Esto es: Necesitamos corregir la postura, y los problemas emocionales que las llevaron a producir una voz así; o si no, ayudarlas a descubrir, no el problema de su voz, sino qué las llevó a tensarse tanto –¿quizás algún evento doloroso de su vida, alguna herida de su pasado…?–.

La homeopatía clásica, la acupuntura, la quiropráctica, y/o la relajación, ayudan mucho; y también el aprender a detectar uno mismo, todo punto de tensión no-natural en nuestra postura   –por ejemplo:  ¿Tenemos los hombros encogidos, y más arriba de lo que debiéramos?, ¿caminamos con el cuello echado para delante, o por el contrario, con la barbilla encajada en nuestro cuello?; ¿vamos por la vida con la espalda encorvada, o tiesa y rígida?; ¿nos es verdaderamente imposible “meter la panza”? ¿Tendemos a estar con las manos apretadas, o con los brazos cruzados…?–.        Arreglar todas estas cosas, dará como resultado una voz mejor, más bella y más sana, sin necesidad de mayor entrenamiento vocal…

2) La gente que carraspea constantemente (¡pecado de lesa voz!), quizás lo hace porque sufre de reflujo gastroesofágico, del páncreas, o de algún padecimiento de las vías respiratorias. Es necesario atender el problema de origen, si queremos que la voz mejore definitivamente, y no nada más por un tiempo.

3) Ahora bien, si la persona carraspea por timidez, más vale que pierda la mala costumbre: Es mejor toser bien y fuerte un par de veces, y liberarnos definitivamente de la molestia que tenemos en la garganta, que andar carraspeando todo el día, pues esto lastima más las cuerdas vocales, y no resuelve el problema.  Tanto el toser como el carraspear, suenan como un ladrido, porque restriegan ambas cuerdas en plena vibración, una contra la otra –como dos serruchos eléctricos que empujáramos uno contra otro por el lado filoso–.  Quien carraspea todo el tiempo, daña sus cuerdas hasta el punto de terminar sin poder controlar su voz, sin poder emitirla cuando lo necesita, o de plano sin voz (afónico).

4) Asimismo, vocalizar es fundamental para quien vive de su voz. Y vocalizar es abrir bien la boca cuando hablamos, marcando cada sonido con cuidado, pues esto facilita que seamos comprendidos, sin aumentar nuestro cansancio. A cada persona se le dificulta más un cierto tipo de sonido. Si nos grabamos de alguna forma, y estudiamos la grabación con atención, podremos darnos cuenta de cuáles son nuestros puntos débiles.

5) Cuidar nuestra entonación impide que nos volvamos mono-tono (hablar en un solo tono nos vuelve monótonos y aburridos). La gente que nos duerme (literalmente) cuando habla, es la que no le pone emoción a lo que dice, y que por lo mismo, no sube ni baja su tono de voz. En nuestra cultura, muchos varones padecen este problema, y nos lo hacen padecer a los demás. Y todo porque temen ser ridiculizados si juegan con los tonos de la voz.

Aprender a entonar la voz, es como darle puntuación a un texto. Si nos negamos a usar los puntos, las comas y los acentos, no podemos pretender que los demás quieran leernos, que puedan entender lo que decimos, o que admiren nuestra manera de escribir. Pero exagerar nuestra entonación también tiene sus problemas: Nos hace perder credibilidad. Todo está mejor en su “justo medio”.

6) Hacer pausas permite a quien nos oye “digerir” lo que le estamos diciendo, resolver sus dudas, y opinar. Es una muestra de respeto por el que nos escucha.

7) Beber mucho agua es sumamente necesario,

8) …lo mismo que respirar por la nariz cuando no estamos hablando o cantando, pues esto mantiene húmedas las mucosas que utilizamos para producir la voz. Por cierto: ¿Se han fijado en que la mayor parte de nosotros, respira unas 4 horas con un lado de la nariz, y luego otro período de tiempo igual con el otro? Esto permite a la mucosa de la nariz recuperarse de la sequedad del aire, y limpiarse de las impurezas y la contaminación que se hayan quedado adheridas a ella.

9) Fumar, beber e inhalar substancias tóxicas destruye la voz –que es lo que los demás “ven” de nuestro yo–. Y no sólo nos hacen daño los aguardientes de alta graduación o las drogas alucinógenas; tambiénnos lo hacen las drogas «socialmente aceptables» en muchos países: El café reseca terriblemente las mucosas, y el tabaco agrede directamente a todo el “aparato fonador”, y provoca cáncer de laringe. El día que vean sufrir a alguien a quien le hayan extirpado la laringe por haber fumado, van a comprender por qué es mejor alejarse de todo eso.

Ahora bien, no olvidemos que una voz maravillosa no puede ocultar un interior vacío (en el que no hay nada) o sucio (dañino); una voz increíble no esconde el hecho de que la persona sea vana o destructiva.

A esto sumemos que el contenido de nuestras palabras refleja lo peor y lo mejor que hay en nosotros. Así que también tenemos que trabajar adentro de nosotros, para poder reflejar algo valioso con nuestro discurso.

Y desde luego: Uno se expresa así como quiere que lo traten; uno, con su manera de hablar, les dice a los demás cómo merece ser tratado.

Como dice el antiguo Libro de la Sabiduría: “Al agitar el cernidor aparecen las basuras; en la discusión aparecen los defectos del hombre [de la persona, en sentido genérico]. En el horno se prueba la vasija del alfarero; la prueba del hombre está en su razonamiento. El fruto muestra cómo ha sido el cultivo de un árbol; la palabra muestra la mentalidad del hombre. Nunca alabes a nadie antes de que hable, porque ésta es la prueba del hombre.

La voz, la palabra y el razonamiento son lo que nos permite valorar a los seres humanos, siempre que –y en tanto que– la persona a la que estemos juzgando, viva de acuerdo con lo que predica.  Porque si no es congruente…, ¡cuidado!:La boca habla de lo que está lleno el corazón…” –sí–, pero las palabras, sin obras, no valen nada. Los delincuentes también pueden tener una preciosa voz. .

Fuente de la ilustración: Banco de imágenes DreamsTime.com (© Legger).

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Traducción de la imagen: 

Soft palate = Paladar blando (la parte de atrás, donde está la úvula o capanilla),
Tongue = Lengua,
Pharynx (throat) = Faringe (garganta),
Epiglottis = Epíglotis,
Larynx (voice box) = Laringe (cofre o caja de la voz),
Oesophagus = Esófago,
Trachea = Traquea.

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ARTÍCULO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN

(DATOS BIBLIOGRÁFICOS/HEMEROGRÁFICOS/VIDEOGRÁFICOS DE LA FUENTE):

Blanca de Lizaur; “Todo lo que siempre quisiste saber sobre tu voz, pero nadie supo contestarte I”; en Humanidades de la UNAM # 264 [2003]; pág.6;  y  “Todo lo que siempre quisiste saber sobre tu voz, pero nadie supo contestarte II”; en Humanidades de la UNAM # 265 [2003]; págs. 6 y 8.

Actualmente disponible en (repositorio):  http://www.mejoresmedios.org

1 COMENTARIO

  1. El siguiente vídeo muestra a una cantante occidental profesional, producir dos flujos de voz al mismo tiempo. Vale la pena verlo (explicación aquí mismo, justo abajo): //
    The following video shows a professional Western singer producing two very different flows of voice at the same time. It is well worth watching (explanation here, below the Spanish text):

    https://www.youtube.com/watch?v=dN_tEJUr2qM


    ESPAÑOL:

    La voz humana llega a nuestro oído como un flujo único de sonido. En realidad, lo conforman varios «armónicos» o «formantes» (varias ondas de distintas frecuencias), de los cuales el «fundamental» suele ser el más grave.

    Ahora bien, el resultado es grato al oído porque cada uno mantiene una relación musical (y matemática) con el formante fundamental (del cual suele ser un múltiplo). Y por medio de él, cada uno se relaciona armoniosamente con todos los demás.

    Una técnica de canto de origen mongol –Khöömei–, permite producir a la vez dos notas musicales claramente diferenciadas, naturalmente –sin ayuda de instrumentos ni apoyo digital, con la sola voz humana–.
    Cuando se domina, el que escucha tiene la impresión de estar oyendo dos flujos de sonido distintos a la vez, uno que sale del cantante, y otro de quién sabe de dónde –uno suena como una flauta, y el otro como una voz humana cantada, grave–.

    ¿Cómo es esto posible?

    Hay una «octava» de notas entre DO y SÍ –las ocho notas de la escala musical básica en Occidente–.

    Las dos notas que la técnica mongol nos permite producir a la vez, se relacionan entre sí porque se mantienen «en relación armónica» (por ejemplo: la más aguda siempre a una octava de distancia de la base, la del formante fundamental). De otra forma nuestro cerebro no podría procesarlas.

    De hecho, es precisamente porque la voz está compuesta por varios formantes –ondas, armónicos, tonos, frecuencias…, o como los queramos llamar–, que podemos llegar a diferenciar uno de manera tan pronunciada.


    ENGLISH:

    We tend to think that only one flow of sound comes out of our mouths when we emit voice.
    This seemingly «single» flow is composed of several tones and overtones –or harmonics– (several waves, each one vibrating at a different frequency).
    The «fundamental» one –habitually, is the basest one of them all (the lowest, or deepest, or gravest one…).
    Our ear likes the result despite the several strands (tones, «formants», harmonics, waves, frequencies…; however you want to call them) in our voice, because there is a musical and mathematical relationship between each of them, and the «fundamental» or base one (the other waves tend to be multiples of it). This way, and through the base tone, there is also a musical and mathematical relationship between them all.

    Khöömei, a singing technique developed in Mongolia, permits us to produce two distinctily different musical notes at the same time, naturally –without digital or instrumental support; only with our voice.
    When you master it, the listener will have the feeling that he/she is listening to two different sound flows at the same time –one coming from the singer, and the other one from who knows where –one sounds like a flute, and the other one like a human deep singing-voice.

    How is it possible?

    There is an octave (8 notes) between DO and TI –the traditional Western musical scale. The tone and the overtone we get with the Mongolian singing technique, maintain an armonious relationship between them (for example: the overtone always an octave away of the fundamental or base one…). Otherwise our brains would not possibly be able to process them.

    It is precisely because of this –because our voice contains several formants (waves, frequencies, strands, harmonics, tones…), that we can strive to make one of them stand out from the others, as with this singing technique.

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