Medios mejores que ganen más

Por Blanca de Lizaur, PhD, MA, BA, Especialista en contenidos.

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Steven Pinker vincula LA PÉRDIDA DE ATRACTIVO DE LAS ARTES PRESTIGIADAS, a la teoría de la tábula rasa.

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En su libro Tábula rasa: la negación moderna de la naturaleza humana (The blank slate; the modern denial of human nature), publicado en 2002, Steven Pinker, neurolingüista del MIT y Harvard, sostiene que todos los seres humanos nacemos con rasgos innatos, producto de nuestra naturaleza común como especie.

En el presente vídeo  Pinker habla de este libro, y de por qué a algunos le resultó increíblemente perturbador.  Pero también, si bien implícitamente, de las enormes presiones que se ejerce sobre investigadores, maestros e intelectuales, para que no osen defender nada que ponga en entredicho las agendas políticas, económicas y sociales dominantes, …que no son las que se cree.

En otras palabras: Que los intelectuales son objeto de las mismas presiones que recaen sobre artistas y gente de medios, con el fin de que produzcan contenidos opuestos sistemáticamente a los valores, ideas y creencias de sus públicos meta (y muchas veces incluso de los suyos propios, cuando éstos difieren de los generales), so pena de cerrarse si no las puertas a muchas becas, premios, cátedras, títulos académicos, trabajos, sociedades científicas, honores y prestigio. E incluso seguridad personal.

Y aunque hace una lista de los temas tabú que trata en su libro, y que son muchos, llama nuestra atención sobre los dos que más atrajeron críticas y amenazas sobre él: El que se refiere a la enorme influencia de la paternidad y la genética en cada persona, y el que refiere a que la crisis actual de las artes  proviene de una idea seminal de Virginia Wolf, de principios del siglo XX, que de hecho niega nuestra naturaleza humana.

De ella, y del contexto político y económico de la época, se derivó lo que Barnett Newman llamó «el impulso del arte moderno», que es el deseo de destruir la belleza, descalificándola como herencia burguesa, como algo “cursi”, o –añadimos nosotros–, como resultado de «la escasa habilidad de algunos artistas  y de un público supuestamente ‘ignorante’ que busca un ‘placer fácil'».

Pinker afirma que lo que está en crisis es, no tanto el arte, como el arte culto, de élite, a juzgar por múltiples indicadores –y sin olvidar que cada vez menos gente quiere estudiar arte, letras y humanidades, y cada vez más gente quiere estudiar diseño, comunicacione y periodismo…–. Pero la influencia del arte culto sobre los medios y artes comerciales es tan fuerte –las agendas, desde luego, se ocupan igualmente de ambos–, que los prejuicios cultos permean y dan forma también al arte popular, llevándolo progresivamente a la misma crisis que asuela al arte culto.

Pero, ¿cabe asombrarse de ello, si a lo largo del último siglo se ha rechazado lo que la antropología ha descubierto que nos produce un placer espontáneo, natural, y que por lo mismo percibimos como belleza; un placer que es inherente a nuestra naturaleza, y resultado de nuestro cableado neural, de nuestra composición química, de nuestra gestión emocional, y de las necesidades de nuestra vida social y biológica…?

Pinker hace un resumen final esclarecedor, y sumamente divertido, de las razones por las que las artes hoy resultan tan difíciles de apreciar, disfrutar, valorar, y consumir.

Veamos:

+ «Artes visuales sin belleza,

+ literatura sin narrativa ni argumento,

+ poesía sin metro ni rima,

+ arquitectura y planeación urbana sin ornamento, espacios verdes, luz natural y escala humana,

+ música sin melodía ni/o ritmo, y

+ critíca profesional sin claridad, atención a la belleza, y respeto por la condición humana».

Nosotros añadimos un criterio más:

+ Rechazo sistemático de los valores, ideas y creencias de los públicos meta (que constituyen la urdimbre del tejido que conforma nuestros contenidos, y que abilitan nuestra capacidad de experimentar placer estético y justifican nuestro consumo, según ha demostrado la antropología, apud Mims & Lerner).

Éste es el know how –el saber especializado– y el must do –lo que los medios deben imperativamente hacer–, con el propósito de volver a gustar a su público y de elevar significativamente sus ventas; es la piedra que necesitamos como cimiento, …si realmente queremos construir «medios mejores que ganen más».

Más fácil, imposible.  Lo difícil es aceptar que hemos sido imbuidos de una serie de prejuicios, que no responden a la verdadera naturaleza del saber científico, del arte y del ser humano.  Ni mucho menos a la de los medios, o sus necesidades empresariales.

[Esta charla fue traducida al español.
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