Medios mejores que ganen más

Por Blanca de Lizaur, PhD, MA, BA, Especialista en contenidos.

|
|
Para todos Para: Revista

Los otros problemas de los «medios»…: LA LENTA AGONÍA DE UN PUESTO DE PERIÓDICOS

Read Time:8 Minute, 34 Second

Algunas ciudades del extranjero nos causan, a la vez, admiración y desencanto. Las admiramos por sus amplias avenidas, sus kilométricas «cuadras» [manzanas], sus edificios de espejos, y su limpieza y orden.  Nos desencantan por sus banquetas [aceras] desoladas, sus gélidas cafeterías (literalmente heladas, pues el aire acondicionado está planeado para «echar» a la gente, y que otros clientes puedan ocupar prontamente las mesas), y por la ausencia de personas y voces que animen el ambiente. Encontrarse a una persona en la calle, de hecho, en lugar de dar seguridad, da miedo. Las ciudades de nuestro país tienen «vida» porque cuentan con caminantes en las calles, músicos improvisados, mercados callejeros, personas en las ventanas, grupos humanos de todas las edades platicando animadamente ─o simplemente jugando─, puestos de periódicos, merolicos, engañabobos…; y cafeterías o puestos de comida  en las banquetas [aceras] y en las plazas, con una temperatura que invita a los clientes a disfrutar de una sobremesa.

El puesto de periódicos es parte, pues, de lo que le da sabor a la ciudad mexicana y la humaniza.  Uno acude a él no sólo a comprar una revista sino a comentar la anterior ─sobre todo si no pudo comprarla─;  a enterarse de cuánto han crecido los hijos de la expendedora, y a conocer qué comentan los demás clientes.  En el puesto de periódicos se entera uno de lo que sucede en el barrio, y también de las últimas noticias de los artistas famosos; se difunden recetas caseras  y se adquiere una sonrisa de aliento al principio o al final de un largo día de trabajo.

Muchas veces termina uno comprando más de lo que buscaba  porque el expendedor ─que conoce bien los gustos de cada uno de sus clientes─  nos ha recomendado una nueva publicación. La expendedora del puesto al que acudo, se llama María Elena Razo Rosales de López, y me ha vendido cientos de revistas, historietas y novelas a lo largo de mi vida. El negocio, a pesar de la amabilidad y dedicación de su dueña, ya no es [en 1995] lo que era.  ¿Cuáles son las causas?:

1) La venta de revistas en los supermercados ─»Porque la gente se ahorra el viaje al puesto de periódicos (o kiosko)», nos dice María Elena─;

2) la proliferación de títulos ─»Hoy se venden más de 8,000; ya no hay manera de colocarlos en los exhibidores pa’que la gente pueda ver todas las portadas»─  (de hecho, hay más de 12,000, a juzgar por los certificados de licitud de título expedidos por la Dirección General del Derecho de Autor, México);

unido a…:

3) la poca diferenciación entre unos y otros  ─por ejemplo: «el Eres, el Somos, y el TVyNovelas presentan los mismos reportajes, y los resúmenes [anticipados] de las mismas telenovelas» [Nota, en 2013: Ccuando los publicaban…, porque pocos años después dejaron de hacerlo]─.

Desde luego, esta repetición de temas, nos habla de una …:

4) menor variedad de contenidos ─»Cuando vino el libro del Papa, vendí muchísimos; más que me hubieran mandado, más hubiera vendido porque nunca mandan cosas bonitas de fe; pero en lugar de eso me mandaron Las Confesiones de una desvergonzada que ya ni cabe en su exhibidor.   A mí no me importa vender estas cosas [las publicaciones aptas sólo para un público adulto]; pero es que los clientes que las compran son siempre los mismos, y no van a comprar más porque haya más títulos. Mientras que los demás clientes, que antes eran la mayoría,  se me van porque dejan de sentirse cómodos y contentos aquí [aunque a veces ni siquiera te pueden explicar por qué]».

Esto está relacionado con el siguiente factor de descenso de ventas en los puestos, que es…:

5) la proliferación de revistas sólo para adultos ─»porque fíjate», me decía la expendedora, «que las señoras [las mamás] no vienen a los puestos para que sus hijos no vean las revistas de «viejas» [de mujeres con poca ropa], y así se venden muchas menos revistas para señoras, y casi nada para chamacos [para niños]».

A esto hay que sumar…:

6) la pérdida del grado justo de originalidad, desde el punto de vista de la literatura popular,  pues la originalidad nunca debe, ni rebasar las expectativas del lector, ni mostrar una repetición mecánica del material ya publicado ─»Pues es que antes estaban interesantes…, en las novelas pasaban cosas; no que ahora o están muy iguales unas a otras, o muy raras y feas»─;

7) «poca revista» para el precio que se está pagando por ella. En su época de oro, el Pepín y el Paquín ─por mencionar dos─  nos ofrecían varias historietas seriadas a muy bajo precio, y en capítulos diarios, para que hubiera qué leer de camino al trabajo todos los días ─esto era más importante que el que el papel fuera barato y la impresión en color sepia─.  Y como estas historietas melodramáticas gustaban a todo tipo de personas ─de todas las edades, costumbres, regiones, clases y niveles de estudios─, la gente se ponía de acuerdo para comprar los ejemplares, de tal forma que pudieran leerlos todos sin tener que gastar mucho; así que todos recibían mucho, a diario, y por poco dinero.

Y por último …:

8) la falta de propaganda [promoción] «a lo grande» ─»Cuando salió Corazón salvaje en fotonovela, yo creí que se iba a vender mucho; pero pues la gente no sabía que lo vendía porque no se había anunciado en la tele y en las revistas.  Y luego de que sale el número 1, el que no lo compró, ya no compra los demás aunque pueda conseguir los primeros.»  Y cuando por fin se corrió la voz y la gente empezó a comprar las telenovelas de éxito que vendíamos impresas como fotonovelas [«Fototelenovelas»], la empresa las retiró de la venta «porque no habían alcanzado el nivel de ventas esperado…» ¡Pues cómo, si ni tiempo les dieron para que la gente las conociese y se acostumbrase a comprarlas…»

¿Qué se está vendiendo bien? [en 1995]:
«Aunque no lo creas, las revistas ‘de aprender’ (de inglés, de medicina, de lo que sea); y también los videos que no haya en los videoclubes, el Vanidades [revista para mujeres], el ¡Hola! [revista de chismes publicada en España], las ‘historias’ [novelas] que pasan en otros países, las revistas de decoración, las cosas de religión que estén bonitas, y ─aunque ya no tantísimo─  los «libros»   (el Libro Vaquero, el Libro Semanal, y el Libro Sentimental) [─de hecho, la venta de éstos cayó tanto, que hace tiempo que desaparecieron del mercado─]. ¡…Ah, y el periódico!, pero tampoco tanto como antes.  Ahora sí que ya de nada vendemos mucho«.

María Elena lleva [en 1995] 26 años sin moverse de su puesto; trabaja todos los días del año  menos el 25 de diciembre y el 1º de enero.  Conoce bien su negocio, su mercancía, y a sus clientes;  y por eso ha podido darnos un resumen de por qué agoniza el mercado de revistas en México,  sin haber gastado una fortuna en un análisis de mercado. No se sorprenda, pues,  el lector  cuando confirme esta información acudiendo a distintas fuentes.

Esperemos que las editoriales y distribuidoras se den cuenta de que están quemando su negocio.  Por su culpa, los puestos de periódicos corren el peligro de desaparecer, deshumanizando un poco más con ello el rostro de nuestras ciudades.


Corolario añadido en enero de 2013:

En los años transcurridos desde la publicación de este artículo, la prensa ha visto desplomarse su credibilidad cada día más. Y no sólo por causa de diversos escándalos [cfr. por ejemplo el que afectó al tabloide británico The Sun, propiedad de Murdoch], sino también por la creciente presión sobre sus contenidos, ejercida por sus «stakeholders» («grupos de interés»; esto es: accionistas, anunciantes, socios comerciales, autoridades políticas, activistas de distintos colores, etc.), en contra de lo que los lectores querrían y necesitarían encontrar realmente en sus páginas.

La sobreabundancia de información ─nunca ha habido más─, y la escasez de tiempo ─nunca ha habido menos─, así como el exceso e inadecuación de la publicidad, tampoco han favorecido el consumo de medios en general, y el de periódicos y revistas ilustradas en particular.

Pero sobre todo: La caída del mercado de medios se hizo inminente por la acción lenta, pero acumulativa y eficiente, de un módulo de nuestro cerebro cuya función es precisamente la de detectar a quienes difunden incongruencias, engaños, sesgos, fraudes y mentiras (o información que afecte negativamente la sana convivencia de una sociedad, conforme a su cultura, a sus valores, ideas y creencias, y a las necesidades del momento) ─Steven Pinker lo denomina «the Cheater Detector» (el Detector de Tramposos)─.

Este módulo es fundamental debido a que, para poder tomar decisiones eficientes para nuestra sobrevivencia, necesitamos información que realmente refleje fielmente la realidad, y nos la organice conforme a nuestros valores, ideas y creencias. De esto tratamos en otro trabajo nuestro más reciente («La operación de nuestro cerebro y la expresión humana; implicaciones para la Literatura, los medios y la investigación», 2012).

Vale la pena tenerlo en mente al leer el presente artículo, pues al final lo que ha destruido a los medios, es la falta de relevancia, utilidad y veracidad de sus contenidos, y su hostilidad cada día más evidente hacia los valores, ideas y creencias de sus públicos meta.

El director de un gran conglomerado español de medios, declaró recientemente que «existe la tentación de dibujar utopías morales sobre los medios, y no resolver su financiación«. Ahora bien, no hay manera posible de que los medios vuelvan a ser autosuficientes financieramente, mientras carezcan de la autonomía y libertad necesarias para adecuar sus contenidos, a las necesidades, opiniones y recursos de sus públicos meta.

…No es cuestión ni de idealismo ni de ideología:  Así es y así funciona, simplemente, la naturaleza humana, en orden a su sobrevivencia.

.

Fuente de la ilustración: Banco de imágenes DreamsTime.com (© Minyun Zhou)

.

ARTÍCULO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN

(DATOS BIBLIOGRÁFICOS/HEMEROGRÁFICOS/VIDEOGRÁFICOS DE LA FUENTE):

Blanca de Lizaur; «Los otros problemas de los ‘medios’: La lenta agonía de un puesto de periódicos I», Humanidades # 103 [1995], págs. 24 (contraportada) y 17.

Y…:

Blanca de Lizaur; «Los otros problemas de los ‘medios’: La lenta agonía de un puesto de periódicos II», Humanidades # 105 [1995], pág. 3.

.

Actualmente disponible en (repositorio):  http://www.mejoresmedios.org

___

DEJA UNA RESPUESTA

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿...Humano? / ...Human? *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.