Medios mejores que ganen más

Por Blanca de Lizaur, PhD, MA, BA, Especialista en contenidos.

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Internet

Robert Phillips, Edelman CEO. Interview in regards to the World Trust Survey 2012
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Sin CONFIANZA no hay transacción; sin evidencia de VALORES, no hay confianza –Pero, ¿…CUÁLES valores?–

Un repaso rápido a noticias de los últimos años, confirma las conclusiones del Barómetro Edelman 2012 (25 países, 30,000 encuestados), en cuanto a que las Instituciones sociales de mayor peso han perdido la confianza de sus pueblos, su credibilidad, …y por ende la maniobrabilidad y el respeto que les permite operar eficientemente. Pongamos por caso, los medios de comunicación:
Contar con un 40 % de credibilidad en Estados Unidos y Europa, que tradicionalmente tenían gran fe en sus medios, es no contar con nada, sin importar que otras instituciones puedan estar peor.
En el presente artículo, junto al vídeo del Barómetro Edelman y los mencionadas notas de prensa, presentamos una serie de consideraciones sobre cómo es posible volver a levantar los medios y su nivel de confianza, siempre que los stakeholders lo permitan …por su propio beneficio.
No hacerlo equivaldría a matar desde ahora la Sociedad Digital que tanto dinero y esfuerzo está costando levantar.

SOCIALNOMICS ™, La revolución de las redes sociales
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SOCIALNOMICS ™, La revolución de las redes sociales -un ejercicio para AFINAR NUESTRAS HABILIDADES COMO LECTORES EXPERTOS-

Un vídeo vertiginoso y alucinante -y absolutamente parcial en favor de las redes sociales-, en el que los autores hacen un repaso veloz de lo que la revolución digital ha traído a nuestras vidas. El vídeo concluye que la fuerza que impulsa todos estos cambios, es la gente, lo que produce una «Socialnomics» (TM), o revolución modelada por todos.
Ahora bien, como él mismo reconoce, la fuerza visible que modela a esta revolución digital, es el consumo.
Y esto significa que las agendas del contenido también influyen en internet…
De aquí que difícilmente podamos gritar que el poder ahora sí ha llegado a manos de «todos», como anuncia triunfante; ya que ciertamente también vale como ser humano el que no consume, y el que no está conectado, aunque esta nueva sociedad digital, por ahora, no los esté teniendo suficientemente en cuenta, o incluso los esté olvidando del todo.
En otras palabras: el pueblo no manda en internet (y en esta nueva sociedad construida sobre su base), ni más ni menos que en los demás medios.
Aún más: ¿Socialnomics (TM) no querrá decir, que los ideales y las ideologías que han resonado en las últimas décadas, se han visto reducidos finalmente a la sola mercantilización de cada aspecto de nuestras vidas…?
Sin tener esto claro, no podremos hacer de la revolución digital, algo bueno realmente para todos, los conectados y los no-conectados…

El vídeo nos ofrece material de actualidad para ejercitar nuestras habilidades lectoras, con el fin de llegar más allá que donde el autor quiso llevarnos. Y ésta es su verdadera virtud.

© Satori13
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EL MISTERIO DEL ESPECTADOR PERDIDO tiene poco que ver con la Revolución Digital

Hoy en día se culpa a la Revolución Digital –a la popularización de internet, los computadores personales y los dispositivos portátiles– de la caída de ventas de los medios de comunicación tradicionales y electrónicos. Este artículo, publicado originalmente en 1994, desmiente este mito, ya que cuando el internet apenas tenía un año de nacido oficialmente, y gozaba de mucho menos alcance en México, los medios ya llevaban años (en algunos casos) o décadas (en otros) perdiendo a segmentos importantes de su público.

Tan es así, que ninguno de las obras de las que da cuenta el artículo, recuperó ventas en los años que han transcurrido desde entonces (para cifras caso por caso, leer la nota añadida después del artículo):

Al revés que los productos «profesionales» de los medios, los contenidos autogenerados por el público y transmitidos por internet –pensemos en lo que la gente sube a FaceBook, Twitter, YouTube, o se manda por correo electrónico…–, son en su abrumadora mayoría absolutamente «limpios» –esto es: no chocan ni remotamente con los valores, ideas y creencias mayoritarios de su sociedad–. Y –¡vaya si gustan!– …la gente los consume adictivamente.

La sociedad no puede enviar a los medios de comunicación un mensaje más claro y contundente –no puede presentar su caso con más fuerza–.
¿A qué esperan los medios para reaccionar…?

© Yuri Arcurs
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¿Leen? …NO ES CULPA SUYA, SINO DEL QUE LOS HIZO COMPADRES…

El presente artículo hace un análisis del consumo cultural que se daba en México a fines del siglo XX. En el tiempo transcurrido desde que fue publicado, sin embargo, los tirajes de revistas y las ventas de otros medios, se han derrumbado: Varias de las revistas que menciona como más vendidas (y varios periódicos nacionales), han ya desaparecido de la circulación, y otras han visto su tiraje auditado y reducido a menos de la cuarta parte, como consecuencia del problema analizado en este artículo: Los creadores, productores y distribuidores de obras, tanto «cultas» (prestigiadas) como populares, se han alienado de sus públicos; y por contestar sus valores, ideas y creencias -por oponerse a ellos sistemáticamente-, han perdido su confianza. Y también su consumo.

Esto es: Cuanto este artículo decía, sigue vigente, incluyendo el que la gente sí está leyendo, aunque no lo que quisieran algunos. Y al final esto es más positivo para la sociedad en muchos sentidos, que el mantener el consumo intensivo de obras prestigiadas pero que corroen el tejido social y cultural de la población.
Lo que hemos vivido es un desplazamiento del segmento mayor de los públicos promedio, a obras que reflejan mejor sus valores, ideas y creencias, como cabía esperarse en orden a la sobrevivencia del grupo social y de su cultura.

Cualquiera podía haberlo predicho desde la antropología social y la teoría de sistemas. Nosotros nos cansamos de gritarlo a los cuatro vientos entonces, ante la incredulidad de muchos. Ahora los medios ven su sobrevivencia en peligro, es verdad; pero la sociedad en cambio da señales de un vigor y una intuición certeras, que sin dudarlo producirán nuevas obras, lejanas a las agendas de contenidos a las que nos han «acostumbrado» tantos medios, y que gozaremos –no todos nosotros, pero sí la mayoría– como no habíamos podido hacerlo en mucho, mucho tiempo…

La revolución de los medios de comunicación
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La revolución de los medios de comunicación, refleja LA NUEVA CONFRONTACIÓN: La de las MENTALIDADES

Este vídeo da pie a múltiples discusiones. Pero lo que pocos comentarían, sería su adscripción gnóstica. Las señales son muchas: Desde la palabra Prometeo, hasta el ojo en el triángulo, pasando por la contundente afirmación inicial de que el ser humano es un dios y de que por medio de internet, se «hará» omnipresente, omnisapiente y todo poderoso…
Este tipo de señales es fundamental para poder descodificar eficientemente su mensaje, y tomar una postura enterada, consciente, sobre lo que estamos viviendo.

Limpia de códigos
Para gente de medios

¡SALVEMOS A LA GENTE DE MEDIOS! (artistas, creadores, productores, editores, difusores…)

Hoy en día los medios de comunicación viven una situación desastrosa, y no sólo en España, sino en gran parte del mundo Occidental.
La semana pasada los telediarios/noticieros celebraron a bombo y platillo que en 2010 se transmitió «más cine español que nunca» (¡…!) en las salas ibéricas; pero esta semana pocos publicaron que los cines madrileños recibieron un 9% menos de espectadores que el año pasado… (Informe sobre la Situación Económica y Social de los Madrileños, ápud Qué, jueves 13 de octubre de 2011, página 4).

MacLuhan creía que «el medio era el mensaje», porque la vertiginosa evolución de la tecnología por la que trasmitimos los contenidos de los medios, nos deslumbra y atrae por sí misma –como la erupción de un volcán–. Ahora bien, la frenética carrera tecnológica está llegando a su fin; además de resultar extraordinariamente costosa, tanto para los medios como para la sociedad. Y los contenidos que las agendas del poder nos permiten transmitir, se encuentran cada vez más distantes de lo que sus sociedades consumirían natural y espontáneamente.

Las «cuerdas» se están quemando; y parecería que pocos en el mundo de los medios de comunicación –tradicionales, electrónicos o digitales–, estén dispuestos a jugarse la cabeza, gritando «¡agua a las cuerdas!». La mayoría tiene pánico de disentir, y de reconocer que algo anda radicalmente mal. Y que por eso están perdiendo credibilidad, influencia, audiencia y dinero.

Como ya dijimos en otra ocasión: Cada nación necesita medios; pero los medios –sin sus pueblos– no pueden vivir…