Medios mejores que ganen más

Por Blanca de Lizaur, PhD, MA, BA, Especialista en contenidos.

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Para gente de medios

¡SALVEMOS A LA GENTE DE MEDIOS! (artistas, creadores, productores, editores, difusores…)

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El monolito de piedra que hoy marca el centro de la Plaza de San Pedro en Roma, fue tallado en Egipto hace 4000 años. El emperador Calígula ordenó llevarlo a Roma en el año 37, lo que constituyó una verdadera proeza de la ingeniería en su momento, y también una prueba de la potencia del Imperio Romano.

Casi 1550 años después –y por la evolución natural de la historia–, se hizo necesario trasladarlo al lugar que ocupa actualmente. Y aunque se trataba de un recorrido de sólo unos cientos de metros, se trataba igualmente de una labor ímproba y prácticamente imposible para la tecnología y los recursos de que se disponía en Roma, en 1586.

Domenico Fontana, el ingeniero encargado, preparó la operación durante meses, probando mecanismos, poleas, cuerdas, palancas, y estructuras diseñadas por él mismo; y haciendo cálculos sobre cuántos animales (75) y personas (750) harían falta para la labor.

Ahora bien, el monolito de mármol de Asuán pesaba más de 350 toneladas de peso, y se podía fracturar en el camino, destrozando además todo lo que golpease a su paso. Los riesgos eran tan grandes, que se prohibió –bajo pena de muerte– hablar durante el traslado, tanto a los que colaboraron en él, como a los espectadores curiosos.

Pero la labor era tan dura que, en un momento dado, las cuerdas de cáñamo empezaron a hacer humo –se estaban quemando por la fricción y el esfuerzo–. Y nadie se atrevía a dar la voz de alarma, porque el que lo hiciera se jugaba la cabeza.

Sólo uno, hombre de mar, comprendió lo que sucedía, y sabía cómo resolverlo: Si se echaba agua al cáñamo, éste se contraería, cobraría nueva fuerza, y recuperaría su temperatura normal, lo que permitiría llevar a término aquella magna obra.

Así que gritó con todas sus fuerzas:

«¡Agua a las cuerdas!»-«Aqua alle funi!»–.

Y por hacer esto, el Capitán Giovanni Bresca no sólo no perdió la vida, sino que salvó la de muchos; y recibió innumerables premios (referencia 1).

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Hoy en día los medios de comunicación viven una situación semejante, y no sólo en España, sino en gran parte del mundo Occidental.

La semana pasada los telediarios/noticieros celebraron a bombo y platillo que en 2010 se transmitió «más cine español que nunca» (¡…!) en las salas ibéricas; pero esta semana pocos publicaron que los cines madrileños recibieron un 9% menos de espectadores que el año pasado…

MacLuhan creía que «el medio era el mensaje», porque la vertiginosa evolución de la tecnología por la que trasmitimos los contenidos de los medios, nos deslumbra y atrae por sí misma –como la erupción de un volcán, que pese a su llamativa brillantez y fuerza, quema todo lo que se encuentra cerca de él, dejando tras de sí un panorama desolador–.

Ahora bien, la frenética carrera tecnológica está llegando a su fin; además de resultar extraordinariamente costosa, tanto para los medios como para la sociedad. Y los contenidos que las agendas del poder nos permiten transmitir, se encuentran cada vez más distantes de lo que nuestras sociedades consumirían natural y espontáneamente…

Las «cuerdas» se están quemando; y parecería que pocos en el mundo de los medios de comunicación –tradicionales, electrónicos o digitales–, estén dispuestos a jugarse la cabeza, gritando «¡agua a las cuerdas!».

La mayoría tiene pánico de disentir, y de reconocer que algo anda radicalmente mal. Y de que por eso están perdiendo público, credibilidad y dinero.

Para eso nació esta página de internet: Para que la gente de medios pueda unirse a este clamor, y compartir con otros colegas anécdotas, material y experiencia que permita salvar al gremio.

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En la sección «Para gente de medios», reuniremos aquellos de nuestros artículos que –en nuestra opinión– puedan resultarles más útiles.

Como ya dijimos en otra ocasión:

Cada nación necesita medios; pero los medios –sin sus pueblos– no pueden vivir…

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Referencia 1:

Fuentes de la anécdota:

S.v. «Domenico Fontana», Wikipedia, 14 de octubre de 2011 (de donde procede la ilustración de esta entrada, en el entendido de que Wikipedia ofrece sus contenidos bajo una licencia de tipo Creative Commons); y

«Aqua alle funi» de Marcos Enoc Silva Antonio, Revista Heraldos, Número 99 [Octubre de 2011], páginas 50 y 51–.

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Referencia 2:

Informe sobre la Situación Económica y Social de los Madrileños, ápud Qué, jueves 13 de octubre de 2011, página 4.

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